A todas luces, hacer carrera en Hollywood puede ser la peor decisión de tu vida o la mejor. Todo depende de cómo salgan las cosas; o te quedas por el camino o alcanzas la fama. Pero, independientemente del desenlace, la introducción es siempre la misma: aspirante a actor/actriz viaja a Los Ángeles para hacerse un nombre y, mientras eso sucede en un bucle infinito de castings, acaban por aceptar un trabajo temporal que pague las facturas. Que se lo digan a Brad Pitt, chófer de limusinas antes de estrella; Johnny Depp, vendedor de telemarketing en sus tiempos mozos; o Amy Adams, camarera en el famoso restaurante Hooters. Nadie dijo que 'ir a probar suerte' fuera una parada rápida.
Eso sí, en lo que se refiere a primeros trabajos extraños, Emma Stone se lleva la palma. Antes de ser considerada una intérprete 360º –canta, baila y tan pronto te hace reír a carcajadas como llorar a lágrima viva–, su vida transcurría en un radio bastante lejano de las alfombras rojas, los vestidos de Alta Costura y las portadas de Vogue América. Inmersa en la promoción de La La Land, su nueva película junto a Ryan Gosling, pero no la única (Crazy Stupid Love y Gangster Squad), hemos sabido que fue miembro de Three Dog Bakery. Sí, hablamos de una panadería canina, pero no cualquier panadería canina, sino la mejor al suroeste de California. Ojo al dato.
Al parecer, según ha confesado en una entrevista, trabajó en un sitio especializado en golosinas para perros. E incluso se acuerda de los productos más vendidos por aquella época: "Pop Tarts y Pupcake. Luego llegaron una especie de oreos que contenían algarroba y miel. Una madre venía a comprar para su hijo porque consideraba que eran más saludables que las normales". Exactamente el ambiente en el que nos imaginábamos a esta rara avis pelirroja que nos cautivó en Birdman, Irrational Man, Criadas y Señoras, Rumores y Mentiras, Battle of the Sexes o Bienvenidos a Zombieland.
Fuente vogue
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